(Prensa- Alcaldía de Libertador)- A pesar de tener ocho hijos profesionales y casados con quienes se comunica frecuentemente, con 70 años María Aguilar, vecina del centro histórico de Tocuyito, encontró una gran familia en la casa de los abuelos “Pablo Natera”, ubicada en la parroquia Tocuyito, al que asiste desde hace 12 años y ha sido el escenario ideal para el desarrollo de su vida como cantante y pintora.
Para esta abuela que a lo largo de su vida tuvo que enfrentar un divorcio, este lugar ha sido el espacio ideal para recibir compañía y apoyo, creando círculos de amistades con personas contemporáneas a su edad, quienes se han convertido en sus compañeros de aventura, gracias a los viajes turísticos que se planifican a varias zonas del país con la ayuda del alcalde, Juan Perozo.
Fue esta casa donde Aguilar dejó fluir su voz a través de las letras que de su corazón emanaban, convirtiéndose así en una de las representantes de la institución en competencias de cantos locales, regionales y nacionales, aún con su edad avanzada.
Vivencias como la de Maria Aguilar son algunas de las que se pueden conocer en “Pablo Natera”, hogar de los abuelos creado en el año 1999 por la Alcaldía del municipio Libertador, en respuesta exclusiva a la población adulta, que también merece tener atenciones gratuitas y de calidad en materia de nutrición, terapia ocupacional, recreacional, deportiva, cultural y médica, evitando con ello el aislamiento, la tristeza y los problemas de salud que muchos enfrentan al llegar a esa edad avanzada.
Entendiendo estás necesidades, el alcalde Juan Perozo, ha dirigido sus esfuerzos desde su llegada al máximo cargo municipal, para garantizar junto a su equipo de trabajo, políticas sociales que favorezcan estos espacios que más que un lugar para visitar, se ha convertido en el hogar de todos los abuelos y abuelas que merecen el respeto, afecto y amor. Con financiamiento y apoyo logístico y humano la Alcaldía de Libertador mantiene en óptimas condiciones la Casa de los Abuelos Pablo Natera , sitio que al visitarlo, nos recuerda que la vida a pesar de ser efímera, siempre está llena de sueños, valentía y esperanza.
Otra de las historias resaltantes en esta institución, es la de Carmen Mercedes Masías, vecina del sector La Herrereña, incluida en el programa de atención gracias al cuidado que la Fundación Centro de Salud Comunal y Desarrollo Integral (Cesade), tuvo con su madre, paciente de alzheimer, quien ahora vive lejos de la ciudad.
Aún con sus piernas desgastadas por su transitar de 69 años, Masías, se levanta con entusiasmo y con ganas de continuar viviendo como si el tiempo no pasara y es que para ella, trasladarse hasta este lugar que la reconforta y llena de armonía sintiéndose a gusto de poder compartir junto a sus amigos, torneos, viajes recreativos, entre otras cosas que la llenan de juventud, es en este momento su razón de ser.
En este hermoso espacio como muchos lo llaman, trabajan con dedicación y esmero para brindar la mayor comodidad posible a cada abuelo, un grupo capacitado de ocho personas, entre los que destacan un médico general, una enfermera y el equipo de cocina que día a día con su peculiar sazón dan un sabor especial, que mantienen las sonrisas y los abrazos que muchos ochentones necesitan sentir junto a sus seres queridos, pese a las adversidades e inquietudes personales que puedan tener.
Yusmely Llarretta, quien se desempeña como coordinadora del programa “Pablo Natera”, desde hace 13 años, contó que en diciembre este sitio mágico, cumplirá su décimo noveno (19º) aniversario y se siente complacida de atender a unos 110 adultos mayores pertenecientes a diversas comunidades de las parroquias Tocuyito e Independencia, entre los cuales se encuentran abrirlos en situación de cama, cuyos alimentos se les hacen llegar a través de sus familiares.
La casa “Pablo Natera”, ubicada en carretera vieja de Tocuyito (a la altura del sector Pocaterra), no es una institución más, es hoy por hoy, el lugar familiar de los abuelos, dónde son aceptados, queridos y escuchados, deteniendo el tiempo y alejando ese vacío silencio que la sociedad mucha veces sin entenderlo le transmite a estos seres que con su extraordinario valor, siguen dándonos lecciones de vida, con un llamado de amor incondicional que rejuvenece aún en los cabellos blancos.